1911 – 1918
BANCO ESPAÑOL DEL RÍO DE LA PLATA
Después de ganar el concurso para el Palacio de Comunicaciones, Antonio Palacios y Joaquín Otamendi se vieron inmersos en una serie de grandes proyectos, casi de forma simultánea. Fue el caso del encargo de la sede central del Banco Español del Río de la Plata, una entidad bancaria hispano-argentina fundada a finales del siglo XIX.
El Banco escogió un solar bien situado, en la calle Alcalá con la calle Barquillo, donde se encontraba el palacio de los marqueses de la Casa Irujo, en cuyos bajos estuvo el popular Café Cervantes.
La nueva sede del Banco Español del Río de la Plata debía transmitir ciertos valores a la sociedad madrileña como solidez, poder y seguridad. El lugar donde se construiría el edificio lindaba con los terrenos del Palacio de Buenavista, sede del Ministerio de la Guerra en ese momento, y estaba muy cerca del Banco de España y del Palacio de Comunicaciones. Palacios y Otamendi eran conscientes de esta ubicación clave y de que este edificio configuraría en gran medida su entorno.
El solar con el que debían trabajar era de planta rectangular y abarcaba unos 18.000 m2 de extensión. Los arquitectos proyectaron un edificio de cuatro plantas más sótano, semisótano y ático, coronado por una gran cúpula con vidrieras que proporcionaba luz cenital al patio de operaciones. Este espacio se encontraba en la planta baja, donde se ubicaban los mostradores y las cajas para atender a los clientes. Las plantas superiores albergaban despachos y salas de reuniones y estaban distribuidos en torno a los pasillos que rodeaban el patio central. Al igual que en el Palacio de Comunicaciones, los espacios de trabajo fueron dispuestos de forma racional, aprovechando a la perfección el espacio, proporcionando facilidad de recorrido y comodidad de acceso de los clientes a los servicios.
La entrada principal se realizaba por la esquina de la calle Alcalá con Barquillo; en esta calle se construyó un acceso secundario para empleados que comunicaba con la escalera principal. En el extremo opuesto a la entrada principal se situó el despacho del gerente, que daba al jardín del Palacio de Buenavista, junto a otras salas de reuniones y oficinas.
La distribución de espacios en el interior contrasta con la monumentalidad del exterior del edificio y evidencia las influencias de la arquitectura de Ricardo Velázquez Bosco y Juan de Villanueva, a quien Palacios admiraba; también se puede apreciar el impacto que tuvieron en Antonio los viajes a Egipto y a Grecia y las referencias a la Escuela de Chicago, la Secesión vienesa e incluso algunas obras arquitectónicas británicas del siglo XVIII.